¿Por qué la inteligencia artificial ve difíciles las cosas fáciles, y fáciles las difíciles? Esa es la gran paradoja de la IA que es explicada desde hace unas décadas.
En 1988 el experto en robótica Hans Moravec planteó que para la inteligencia artificial y los robots era fácil desarrolla procesos de razonamiento humano de forma más simple, mientras que para otras actividades sencillas como agarrar algo del piso era mucho más difícil.
Esta paradoja fue desarrollada en una época en la que la robótica y la IA estaban estancadas.
Hoy reaparece en las mentes de los científicos, con los avances de los últimos meses.
La pregunta con la que iniciamos este texto no solo se hace cada vez más relevante, sino que impulsa aún más la imaginación de los ingenieros que buscan crear un robot que piense y actúe como un humano.
Las conclusiones que ya tenemos sobre la paradoja de la IA
Hemos logrado, especialmente con la inteligencia artificial, imitar los complejos sistemas de razonamiento e incluso de creatividad de nuestro cerebro. Pero, a la vez, un robot no puede atarse un zapato.
Es así cómo se ensalza la paradoja de la IA, conocida como la paradoja de Moravec. La inteligencia artificial y la robótica pueden hacer que el pensamiento razonado requiera menos procesos de computación. Mientras los actos más simples y cotidianos que ejecuta el ser humano, como recoger una bolsa del suelo, requieren un enorme esfuerzo computacional.
Esta es, para muchos expertos, la explicación de por qué no se ha podido construir un robot totalmente inteligente.
La paradoja de la IA se resume en que, básicamente, “los robots pueden ser tan inteligentes como incapaces”.
“Al ser humano le ha tomado cientos de miles de años de evolución hacer cosas tan simples como, por ejemplo, mantener el equilibrio, por lo que replicar esos procesos a un nivel computacional es casi imposible por el momento”, señala Gonzalo Zabala, investigador en Robótica de la Universidad Abierta Interamericana, en diálogo con BBC Mundo.
En cambio, los procesos razonados son otra cosa. “¿Hace cuánto que podemos hablar del hombre inteligente, de la razón? En comparación con otros procesos evolutivos, el tiempo es muchísimo menor, por lo que podemos codificar y replicar esto con mayor éxito”, prosigue su análisis.