Los implantes de microchip están en el debate mundial desde hace algunas décadas. Pero, las nuevas aplicaciones están trayendo a nuestro tiempo el debate sobre su uso para acciones van comunes y básicas como pagar.

Hace poco hablamos sobre la necesidad de que los comercios ofrezcan a sus clientes un abanico de posibilidades para pagar sus compras o servicios. Los implantes de microchip van más allá de ese espectro, aunque se incrustan muy bien en lo que para algunos es la comodidad de pago.

Algunas personas se han decidido por tener un microchip implantado en una de sus manos. Les basta acercarla lo suficiente a un lector de tarjeas sin contacto para completar la transacción. Ni siquiera el teléfono es necesario.

Estos puntos de pago sin contacto, en los que el cliente solo debe acercar su teléfono o tarjeta, se volvieron más populares durante la pandemia de COVID-19, cuando el solo tocar a otra persona era un riesgo sanitario.

El chip pesa menos de un gramo y apenas es más grande que un grano de arroz, se compone, además del microchip, de una antena. El pequeño aparato está recubierto de un biopolímero origen natural, similar al plástico.

El microchip de la empresa Walletmor pesa menos de un gramo y es un poco más grande que un grano de arroz.

La primera empresa que comenzó a venderlos es Walletmor, según un reporte de la BBC. La compañía de origen británico-holandés asegura que ha aplicado más de 500 unidades.

La empresa también sostiene que es un dispositivo completamente seguro, que no se moverá de su lugar, tiene los permisos necesarios, funciona inmediatamente después de ser implantado y no requiere una batería u otra fuente de energía.

El implante de microchip para pagar usa una tecnología que no es nueva. Se trata de NFC (Near-Field Communication, conexión de proximidad), que hace unos años usan los smartphones.

También puede usarse la ‘identificación por radiofrecuencia (RFID)’, usada comúnmente en las tarjetas físicas de débito y crédito sin contacto y para encontrar a mascotas extraviadas.


Los implantes de microchip se popularizarán

Todavía el recelo de la mayoría de las personas de tener un chip en su cuerpo es fuerte. Solo hay que mirar hacia el rechazo a la vacuna para prevenir la COVID-19, por sospechas de que contuviera un dispositivo microscópico de control social.

Pero la misma BBC reseña una encuesta de 2021 aplicada a más de 4.000 personas en el Reino Unido y la Unión Europea, de las que la mitad consideraría una opción el microchip.

Los que rechazan los implantes de microchip alegan cuestiones como la invasividad y la seguridad. Sin embargo, es una tecnología común para abrir puertas u pagar el transporte público, solo que estará dentro del cuerpo.